Aunque parezca increíble, el norte peruano no tiene ni un solo kilómetro de líneas férreas. Los cortos tramos anteriormente existentes desaparecieron hace unos cincuenta años. Actualmente, todos nuestros ferrocarriles circulan en el centro o en el sur.
Pero esa situación cambiará muy pronto, cuando este eficientísimo y económico medio de transporte retorne al paisaje norteño. Para ello se ha planteado la construcción de una línea que recorra desde el departamento de Cajamarca, verdadero emporio cuprífero y aurífero nacional, hasta la costa piurana, pasando por Lambayeque. Será el denominado Ferrocarril Norandino.
Y el asunto va en serio, pues detrás de la propuesta están nada menos que grandes empresas mineras, como Buenaventura, Anglo American, Río Tinto, Lumina Copper, Vale y Gold Fields, todas las cuales tienen ya en explotación o en proyecto enormes minas como Yanacocha, Michiquillay, La Granja, Galeno, Bayóvar y La Cima, respectivamente. Estas y otras empresas invertirán unos US$ 10 mil millones en los próximos cinco años, para extraer anualmente unos cuatro millones de toneladas de concentrados, especialmente de cobre. El doble de lo que se extrae de la sierra central y sale por el Callao.
Teniendo eso en cuenta, requerirán de un medio que les permita sacar hacia la costa su producción, para luego exportarla. Tenían las opciones del transporte en camiones, la construcción de un gran mineroducto o la del ferrocarril. Luego del respectivo análisis, y de coordinar con el gobierno central y los gobiernos regionales, determinaron que esta última era la mejor.
Tras el respaldo oficial de declaratoria de interés nacional del proyecto, las empresas han venido dando pasos para sacarlo adelante. Hace pocos días iniciaron la elaboración del perfil, al que seguirá el estudio de factibilidad, que deberá estar listo a fines del 2010. Luego de eso, Proinversión se encargará de concesionarlo, para su construcción y operación. La idea es que el ferrocarril esté funcionando aproximadamente en el 2012. La inversión total ascendería a US$ 1,500 millones.
No hay duda de que el transporte ferroviario es el más conveniente. Cuando todas las minas mencionadas entren en operación, anualmente habrá, como ya se dijo, una enorme carga de millones de toneladas de minerales, las que, de salir a través de carreteras, no sólo hubieran implicado un severo desgaste y un elevado costo de mantenimiento de estas, sino también una menor eficiencia y un mayor costo para las empresas. Hacerlo a través de un ducto, por su parte, si bien hubiera podido resultar eficiente, no hubiera permitido darle un efecto multiplicador al proyecto.
En cambio, el ferrocarril hará posible una alta eficiencia y menores costos (pues estos serán divididos entre todas las empresas). Asimismo, generará importantes beneficios en otros aspectos, por ejemplo, el ecológico, dado que podrá transportar los relaves, permitiendo que exista, en una zona adecuada, una sola gran área para este fin, y ya no una por cada mina.
De regreso desde la costa, abastecerá a las mineras con la maquinaria, el combustible, los explosivos y los otros insumos que requieran.
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